Valeeeeee, esta vez no diré lo que siempre digo de por qué tengo la sensación de que todo me tiene que pasar a mí, porque lo tengo muy claro: TODO ME TIENE QUE PASAR A MI, y ya no merece la pena ni cuestionármelo jajajajajajajajajajaja. Además que si no me pasasen todas estas cosas como que este blog ya no sería lo mismo, ni yo sería la misma tampoco.
¿Habéis oído alguna vez que hay experiencias en las que parece que tu vida en menos de un minuto pasa por delante de tus ojos? Pues yo no sé si el jueves me sucedió a mí, pero creo que sí aunque ahora no consigo recordarlo.
Después de un eclipse increíble, me desperté temprano, había quedado para hacer unas cositas por la mañana. Desayuné, me duché, me vestí…
Ya lo sé que con eso de ser la forastera y vivir en el campo, lo más lógico hubiera sido que después de vestirme hubiera preparado mi montura y saliera a caballo, o en burro, pero nooooooooooooooooooo, yo todavía soy de las antiguas y claro pues al final opté por salir con mi coche.
La verdad es que hacía muy buena temperatura. De haber tenido capota la hubiera quitado para sentir la brisa, pero como tampoco la tengo… pues al final me conforme con bajar la ventanilla. MALDITA LA HORA…
No sé, creo que llevaba unos diez minutos conduciendo, cuando sentí como un golpecito en el pecho. Pensé que había sido una piedrecita que me había saltado, pero seguí sintiéndolo y cuando agaché los ojos para mirar, vi una avispa que me pareció inmensa, todo hay que decirlo, posada sobre mi pecho y agachando sus posaderas dispuesta a inyectarme su veneno letal.
Aunque soy una fiel amante de los animales, he de reconocer que me asusté, y lo confieso, fui en contra de mi propia moral, y solté la mano izquierda del volante para darle un manotazo. Es que vi a ese insecto dispuesto a asesinarme y claro pues no lo iba a permitir.
ERROR, GRAN ERROR. Habéis de saber que en estos casos lo mejor es respirar hondo y dejar que te pique, porque de lo contrario, en esa décima de segundo que tardas en darle el golpe, puede pasaros lo que me pasó a mí, pues que se me fue la dirección del coche y zassssssssssssssssssss
La verdad es que recuerdo poco, todo pasó demasiado deprisa. Sí sé que sentí como se inclinaba el coche, también me acuerdo del campo, del polvo y de cómo de repente choqué contra una señal de tráfico. Pero de ver mi vida como una película, como que no. Supongo que no era mi momento, o que pasó tan rápido que no logre captar los fotogramas.
Dios mío de mi vida, para habernos matado la condenada avispa y yo, jajajajajajajajajajajajaja.
Cuando salí del coche y vi a mi pequeño reventadito, casi me pongo a llorar. Creo que no era consciente de lo que me había pasado, pero sí di gracias de no haber estado en la autovía, porque si me hubiera pasado allí lo mismo, pues no sé que hubiera sucedido, la verdad.
En el momento no me dolió nada, más que el orgullo, pero según pasaron las horas en las que tuve que ver qué hacía con el coche, y decidir si me ponía a llorar o a reír, empecé a sentir un hormigueo en el hombro y en el brazo izquierdo. Y claro, tuve que ir al médico, donde me dijeron que estaba en shock. Pero yo no me lo tomé en serio, y recuerdo haberle dicho a una de las doctoras que eso me lo decía porque no me conocía que yo llevaba en shock toda mi vida jajajajajajajajajajajajajaja. También me dijeron que sufría el síndrome del latigazo por el golpetazo, y que según pasaran las horas me empezaría a doler la espalda…
Qué cabezona puedo llegar a ser a veces. Pero es que es verdad que quitando ese dolor en el hombro como que no me sentía mal.
¿Lo peor? Hablar con mis padres, contarlo, porque claro al final tienes que contárselo a alguien. Ay mi pobre madre si la vierais insistiendo que me fuera con ellos. ¿Y mi padre? Mi padre jajajajajajajajaja diciéndome que cómo no había parado el coche y luego ya hubiera espantado a la avispa. Como se nota que mi padre no la vio, PERO SI TENÍA UN AGUIJON INMENSOOOOOO.
Cuando por fin llegué a casa intenté hacer mi vida normal, la verdad, y casi que lo consigo (creo que los relajantes que me inyectaron ayudaron bastante, la verdad). Pero al caer la noche me planteé algo que no me había planteado en todo el día. ¿Y si me hubiera pasado algo peor? Mientras la imagen de mi coche destrozado no dejaba de pasar delante de mis ojos.
Creo que la adrenalina a veces nos puede jugar malas pasadas, pero al final conseguí vencerla y quedarme dormida.
Hasta ahí bien. Pero madre mía cuando amanecí el viernes. Buffffffffffffffffff, no me podía ni mover, me dolía todo como si me hubiera pasado un tractor por encima, y ya es que hasta dudo de si no me pasó porque como no me acuerdo de mucho jajajajajajajajaja y encima estaba en el campo…
Lo peor, y ahí si confesaré que me dolió el orgullo mucho más, fue volver al médico y ver la cara de mi doctora mientras me decía “Ana eres una cabezona, y esto ya lo sabía yo”.
¿El resultado? Pues que el síndrome del latigazo se hizo realidad y me ha atacado la espalda y las cervicales. CON COLLARÍN, ME TIENEN CON COLLARIN, pero no Isabelino, menos mal jajajajajajajajajajajaja. Definitivamente hubiera sido mejor dejarme picar por aquel insecto.
Pero tranquilos que estoy mejor, vamos que me he pasado todo el fin de semana dopada y todavía lo estoy, y aunque a cada rato parece que me doliera algo nuevo, me voy encontrando un poquito mejor.
Sí, a veces es inevitable pensar en si hubiera pasado algo peor, pero como me dijo una amiga, es algo normal, pero luego te das cuenta de la suerte que has tenido, a pesar de los dolores, y ves la vida de una forma diferente, no como una película, pero sí en el sentido de que a veces nos preocupamos por cosas que tienen tan poca importancia, y cosas insignificantes que te podían sentar hasta mal, comienzan a parecer todavía más insignificantes (Esto seguro que es producto de los efectos de los calmantes, pero vamos que me ha dado por filosofar y no me sorprendería nada que mi próximo post fuera sobre el sentido de la vida, jajajajajajajajajajaja).
¿Lo mejor? Lo que me está mimando la gente que me quiere, porque al final claro acabas contándolo de una manera o de otra. Madre que tuppers me ha preparado mi madre y esta vez sí se ha acordado de mi comida favorita.
EN CUANTO A LA AVISPA. No, la condenada avispa no me picó, y la verdad es que no he vuelto a saber de ella, pero seguro que del susto que nos llevamos las dos, salió escopetada por la ventanilla y se le han quitado las ganas de volver a querer picar a alguien jajajajajajajajajajajajaja. Lo mismo ella también se está planteando el verdadero significado de la vida…
Seguiremos informando. Un besazo enorme para todos.