Pues sí, ya han pasado las fiestas del pueblo, y aunque parece que la resaca, el cansancio, y las agujetas, sobre todos las agujetas, todavía me siguen acompañando, ¿qué queréis que os diga? PUES QUE HA MERECIDO LA PENA, aunque haya tenido que bailar otra vez el Paquito Chocolatero de las narices jajajajajajajajaja.
Y sí, disfruté los fuegos artificiales cumpliendo con una tradición que llevo sin perderme tantos años… Buffffff que vieja que soy (y qué poquito me quejo). Claro que la del vodka también la cumplí, y para eso no digo que soy vieja jajajajajajaja.
¿Lo mejor? Pues descubrir que mis amigos, sí, los de toda la vida, no han envejecido nada y siguen como siempre (aunque ellos dicen lo mismo de mí). Para qué mentirnos: ESTAMOS TODOS DIVINAMENTE.
Valeeee, y aunque hubo vodka, esta vez decidí que no me pisara la borrica, (es que me ha tocado trabajar) y puedo decir orgullosa que he pasado las fiestas muy dignamente.
Bueno, dignamente, dignamente, MENOS EL SÁBADO JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.
Después de una barbacoa de esas “con de todo”, ya sabéis… choricito, morcillita, pancetita, alitas de pollo, butifarras y demás viandas, acompañadas, claro está, de una macro ensalada para disimular un poco el cargo de conciencia de meterse en el cuerpo tanta grasa (tengo que hacer más deporte, que me asfixio), decidimos una amiga y yo ir a tomar algo que nos ayudara a bajar un poco esa cena. ¿Y qué es lo mejor que encontramos para la ocasión teniendo en cuenta el ambiente fiestil? PUES SÍ, UN CHOCOLATE CON CHURROS, jajajajajajajaja.
La verdad es que era la una de la madrugada y mientras los demás amigos comenzaban con el cubateo, mi amiga y yo decidimos que estábamos tan cansadas, hinchadas, y con tanta resaca de la noche anterior, que lo mejor era tomar un chocolate y retirarnos a descansar. Así que… ni nos arreglamos ¿para quéeeeee?
Pero antes de abandonar mi casa, a mi amiga se la ocurrió pedirme prestado un libro tamaño vademécum, porque le pareció que tenía buena pinta. ¿Por qué os digo esto? PORQUE EL CONDENADO LIBRO TUVO LA CULPA DE TODO.
Sin arreglar, con el pestazo a fritanga de la barbacoa, con el pedazo libro, y con el peque de mi amiga, nos bajamos al pueblo en busca de la chocolatería ambulante. Y allí estaba con dos maromos tipo herradores de la edad media, que yo creo que se quedaron prendados de nuestros encantos, y que con la idea de aprovecharse de nosotras y de nuestra inocencia, tuvieron que ponernos algo en nuestra bebida caliente o en nuestros churros crujientes. Eso, o algo aún más misterioso rondaba en el ambiente, porque os digo que no es normal lo que nos pasó... (mola más la versión de los herradores jajajajajajajajajajaja).
Terminado nuestro postre, el peque estaba que se caía de sueño, así que mi amiga se lo puso en los hombros, y me paso el testigo del tocho de libro. ERROR, GRAN ERROR.
Imaginad…, para esta ocasión me decidí por un modelo hippie de pantalones turcos, camiseta de tirantes, acompañados por unas sandalias y unas pulseras de cuero negro, y por supuesto el complemento indispensable de toda fiesta que se precie: MI CAZADORA VAQUERA, testigo de tantas otras fiestas. Pues si a eso le añadís un libro agarrado al estilo testigo de Jehová, pues os podéis imaginar el cachondeo que hubo cuando pasamos por la zona del botellón, que es que todo el mundo me miraba como si fuera un extraterretre.
NORMAL, A VER QUIÉN COÑO SE PASEA CASI A LAS DOS DE LA MAÑANA EN PLENAS FIESTAS, CUANDO TODO EL MUNDO ESTÁ DE CACHONDEO, CON UN LIBRITO. Pues normal que me miraran como un bicho raro. (Al final no me voy del pueblo, me echannnnnnn).
NORMAL, A VER QUIÉN COÑO SE PASEA CASI A LAS DOS DE LA MAÑANA EN PLENAS FIESTAS, CUANDO TODO EL MUNDO ESTÁ DE CACHONDEO, CON UN LIBRITO. Pues normal que me miraran como un bicho raro. (Al final no me voy del pueblo, me echannnnnnn).
Y mi amiga, claro, no pudo resistirse, y encima empezó a cachondearse: que si por qué no nos pasábamos por la plaza, que si por qué no me sentaba mientras todos los demás bailaban y me ponía toda cultural a leer, que seguro que daba el golpe y aparecía en el libro de las fiestas del año que viene con un titular tipo “La gran Escritora de la luna oscura, ejemplo de cultura para los vecinos de esta Villa”, JAJAJAJAJAJAJAJA
Y ahí empezó todo. Me contagióooooo.
No podíamos parar de reír (y sigo diciendo que fue el chocolate jajajajajajajajajajaja). El pobre peque nos miraba como si nos hubiera poseído un espíritu maligno, o como si estuviéramos borrachas (mola más la versión del espíritu maligno jajajajajajajajajaja).
PERO SÍ, PARECÍA QUE ESTÁBAMOS BORRACHAS SIN ESTARLO.¿Y qué hicimos? Pues subir a casa de mi amiga, dejar al peque durmiendo y continuar con el cachondeo que llevábamos porque sí, porque no se podía desperdiciar, aunque no fuéramos de punta en blanco ni perfumadas para la ocasión.
Madre mía que noche de reírnos y eso que dejamos también al libro acostado, jajajajajajajaja.
Eso que nos íbamos a dormir, pero no, los que se fueron yendo a dormir fueron todos nuestros amigos y allí quedamos mi amiga y yo casi a las seis de la mañana bailando los temas de nuestra época, sin acordarnos de los herradores, ni de nuestras pintas, ni de nada, sólo de nosotras, y bueno de ese tío tan bueno que a lo mejor todavía está esperando a que salga su hija del baño (algún día os lo cuento, pero qué ridículo que hice jajajajajajajajaja. A ese post le titularé conversaciones de gente que está bajo los efectos de una taza de chocolate con churros. Las gilipolleces que se pueden decir y las caras que te pueden poner al escucharte).
SUSANA, NIÑA, QUÉ BIEN ME LO PASÉ, como aquellas fiestas que trasnochamos con un pedo impresionante y nos quedamos al encierro que apenas vimos porque, a parte de que somos poco taurinas, no podíamos parar de reír. ¿Te acuerdas de la pasarela pinreles? jajajajajaja.
Nota: algún día os cuento eso también...
Y sí, estos son los momentos que van quedando con el paso del tiempo y que de vez en cuando se repiten porque los amigos, a pesar de los años que pasen, no cambiamos tanto y todavía podemos pasar una noche entera riéndonos.
Una canción...